V*I*D*A

Soy un pájaro veloz, busco refugios. Arden mis alas cuando me encierro. Arden asi y rezan asi tan profundo al sol para que sus rayos desintegren la materia encerrada, para que sus rayos transmuten sin miedo y sin avernos mi sólida clavadez, mi hundimiento entre paredes. Mi urgencia de gritos (para que los malos habitos se mueran). Mis lagrimas solidas sobre el níquel de una casa que no recuerdo.

Aunque en este reposo, la sola chispa del aire cargando el calor de Marte, su fuerza marciana del primero impulso, propulsador de la vitalidad en forma de espiral confunde a la prisión y llama con urgencia a la piel que sin indicios se expande, se enyuya entre las grietas de mis paredes. 
Se alimenta de agua espermática y de las obsidianas toma la forma, del espejo toma el modo y se desintegra en el amplio espacio que atravesó el sol y que la luna abrió a La forma.
La forma de mi ser haciéndose parte, 
La forma de mi alma al renacer en un manso atardecer con la fuerza de los cuatro polos, con la energia del crecimiento, de la ascensión.
El viento es mi tierra andrógina deformada. Esta nueva vida, este pasaje al cielo.
Esta existencia sabe palpar las raíces que han llevado años fortalecer para poder resucitar infinitas veces entre las gotas libres. 
Ahora mi estado es de fermentación, de reconocimiento de los nutrientes, de incorporación de alimento multiplicador.
De elaboración de las nociones de existencia que valdrán para este devenir mío, este devenir que llamaremos Vida.